23 de abril de 2011

La argolla

El teniente psicólogo Martínez tardó varias semanas en digerir todo aquel asunto del desguace del robot (ver: Chatarra Robot). Sufría pesadillas en las que se sentía sepultado por montones de chatarra, especialmente cuando cenaba mucho. Tantas noches se repitió aquel aplastante sueño, que decidió poner bajo su almohada lo que se había convetido para él en un verdadero talismán desde que visitó el barracón del Aeródromo de Tablada: una argolla perteneciente al robot 3003 que había cogido disimuladamente de la mesa de operaciones de los técnicos de CASA.



Pieza del 3003 sustraída por el teniente Martínez

Así pasó varias noches, empuñando la brillante argolla bajo la almohada solitaria. Aquella postura le ayudaba a dormir, y no se paró a analizar lo irracional de su propia actitud. Hasta que una noche la pesadilla cambió: en vez de soñar con montones de chatarra y desguaces de carretera, pasó la madrugada en frenética actividad sexual penetrando aquella pieza metálica, que había ido a parar a su pantalón sin que pudiera explicarse cómo.

Lo cierto es que un enorme calor en la entrepierna hizo que despertara violentamente. Entre fantasías sexuales y botones de pijama, su pene se había introducido en la diminuta argolla del 3003 y, víctima de una erección nocturna, parecía estar a punto de estallar. El teniente psicólogo Martínez se echó a llorar al ver que su miembro estrangulado había aumentado desmesuradamente de tamaño. Sin poder extraer la argolla, y sintiendo las venas ya reventonas, llamó a una ambulancia y corrió hacia la ducha. A las cuatro de la mañana fue trasladado desnudo, con sus partes metidas en una bolsa de hielo, hasta el Hospital de Valme. "Cosas de vivir solo" , comentó una vecina que no perdió puntada durante toda la noche.








Todo esto dicen los reclutas del aeródromo de Tablada que le ocurrió al teniente psicólogo Martínez por querer pasarse al robot 3003 por los cojones. Otros dicen que fue por coger lo que no era suyo, o simplemente por ser un gilipollas integral.

Pero estos reclutas tampoco merecen tanta credibilidad.

(Publicado en Anotaciones propias el 1 de marzo de 2011)



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