25 de abril de 2011

El ojete del Apotheke

Ojete

Hay cosas del pasado que se empeñan en tener una obstinada presencia que ya no les corresponde. Como el candado de la antigua taquilla, como esa terrible foto de fin de curso. De pronto nos miran desde el fondo de un cajón cualquiera, se actualizan sin pedir permiso y ¡hala! Ya tenemos otro revival bloggero. O peor: refrito bloggero.

No es éste el caso de nuestro blog el ojo del boticario, desde luego. Es verdad que vuelve convertido en ojete de apotheke por obra y gracia de Ramón G. López (quién si no), pero yo no descartaría que en poco tiempo pueda llegar a convertirse en uno de los blogs más populares del panorama nacional. Al menos no lo descartaría a priori.


La vuelta del ojo del boticario

La vuelta del ojo del boticario responde al deseo expresado por nuestros propios lectores, que con sus comentarios en el triste final de la botica parecían pedir, pañuelo al viento, un pronto regreso. Os recuerdo algunas de las manifestaciones más sentías:

- Pero, bueno...¿Y por qué? ¿Y ya no vuelves más?

- ¿El final significa "el fin"? Pensé que al decir "final" es que se estaba terminando, o se iba a terminar en un plazo breve de tiempo, no como algo hecho. Una pena.

- Ke pasa tron??

- Claro que siempre hay un final. Lo inquietante es saber qué vendrá después.


- Pero... ¿y nos vas a dejar a cín? ¿Y qué les decimos a los niños? ¿Qué te ha dao? ¡¡¿Qué te ha dao?!!

Alguien dijo que segundas partes nunca fueron buenas, pero ¿recuerdas quién fue?

Si cae la breva y esta segunda parte de la botica resultase un auténtico pelotazo bloggero, pienso cobrar cuota por conexión tipo páginas porno.

Textos y fotos: David Calvo





24 de abril de 2011

Tempus fugit


Reloj de la Granja Escuela de Melilla. 2011


Decir ahora que Pasa la vida es una constante en este blog resultaría una evidente redundancia. Por eso solo voy a comentar que este reloj de sol bien encarado (con perdón de Quevedo) daba la hora con una insultante precisión. La foto la realicé a las 11.50 horas. Ya, ya, el reloj marca las 10.50, pero no es que se haya quedado sin batería. Es que los humanos somos muy obtusos en asuntos de medidas.

(Publicado en Anotaciones propias el 31/03/11)


Helpless


Puede que este sea nuestro hombre.


Ahora observo la foto con detenimiento.
No parece sentir temor. No trata de esconderse.
Este hombre es como un alma errante que sólo huye de sí mismo.



No es como un animal que vuelve a su madriguera
al más mínimo atisbo de peligro.



Más bien parece un cazador deseando ser cazado.


23 de abril de 2011

Ojos




Ojos

Sevilla, 2010


La vuelta del teniente

El teniente psicólogo Martínez tardó dos meses en recuperarse de aquella noche de infauso recuerdo (ver: La argolla). Pasó catorce días en el Hospital de Valme con la entrepierna en observación, y mes y medio en casa inventando remedios caseros para evitar cualquier erección de madrugada. A pesar de los muchos cuidados que recibió, el pene del teniente nunca se recuperó del todo.



Estado en que quedó el pene del teniente psicólogo Martínez


Al tercer mes ya pudo orinar sin que le escociera apenas. Poco a poco, su vida volvió a la normalidad, y entre cremas y revisiones médicas conseguía sacar tiempo para continuar con el "asunto 3003" (ver: Chatarra Robot). Se sumergía en los informes para olvidar el vergonzoso lance de la argolla, pero no era capaz de superar su propio recuerdo.

Por fin llegó el día en que tuvo que volver al trabajo en el aeródromo sevillano de Tablada, y el teniente Martínez se preparó a conciencia para soportar las burlas de sus compañeros militares. Nada más cruzar la valla de entrada notó las miradas de desprecio y las risas entrecortadas de todos. "Le ha castigado el Señor", comentaban los reclutas de la Base a su paso, mientras el pobre Martínez trataba de disimular mirando hacia otro lado.

Cuando entró en el barracón del robot, notó que habían cambiado muchas cosas: no se veía tanta chatarra amontonada; todo estaba más diáfano allí dentro. "¿A dónde habrán ido a parar las piezas del 3003 que faltan?" se preguntaba. En la mesa de la sala de operaciones, dos técnicos de CASA ataviados con batas blancas montaban lo que parecía una unidad PUKOT, el mecanismo de desplazamiento del robot.


Unidad de desplazamiento PUKOT de fabricación alemana.


Si estaba en lo cierto, aquel descubrimiento suponía... podía suponer que... ¡que estaban montando el robot otra vez! Emocionado, se dirigió hacia la enorme mesa metálica. Al pasar su mirada sobre ella vio algunas piezas del robot similares a la argolla que él robó, y un estremecimiento helado recorrió todo su cuerpo. Los técnicos militares se dieron perfecta cuenta del detalle:

- Tenga cuidado con esas piezas, mi teniente, - le advirtió uno de los hombres con evidente sorna. - Algunas argollas pueden llegar a ser muy peligrosas.

(Publicado en Anotaciones propias el 21 de marzo de 2011)



La argolla

El teniente psicólogo Martínez tardó varias semanas en digerir todo aquel asunto del desguace del robot (ver: Chatarra Robot). Sufría pesadillas en las que se sentía sepultado por montones de chatarra, especialmente cuando cenaba mucho. Tantas noches se repitió aquel aplastante sueño, que decidió poner bajo su almohada lo que se había convetido para él en un verdadero talismán desde que visitó el barracón del Aeródromo de Tablada: una argolla perteneciente al robot 3003 que había cogido disimuladamente de la mesa de operaciones de los técnicos de CASA.



Pieza del 3003 sustraída por el teniente Martínez

Así pasó varias noches, empuñando la brillante argolla bajo la almohada solitaria. Aquella postura le ayudaba a dormir, y no se paró a analizar lo irracional de su propia actitud. Hasta que una noche la pesadilla cambió: en vez de soñar con montones de chatarra y desguaces de carretera, pasó la madrugada en frenética actividad sexual penetrando aquella pieza metálica, que había ido a parar a su pantalón sin que pudiera explicarse cómo.

Lo cierto es que un enorme calor en la entrepierna hizo que despertara violentamente. Entre fantasías sexuales y botones de pijama, su pene se había introducido en la diminuta argolla del 3003 y, víctima de una erección nocturna, parecía estar a punto de estallar. El teniente psicólogo Martínez se echó a llorar al ver que su miembro estrangulado había aumentado desmesuradamente de tamaño. Sin poder extraer la argolla, y sintiendo las venas ya reventonas, llamó a una ambulancia y corrió hacia la ducha. A las cuatro de la mañana fue trasladado desnudo, con sus partes metidas en una bolsa de hielo, hasta el Hospital de Valme. "Cosas de vivir solo" , comentó una vecina que no perdió puntada durante toda la noche.








Todo esto dicen los reclutas del aeródromo de Tablada que le ocurrió al teniente psicólogo Martínez por querer pasarse al robot 3003 por los cojones. Otros dicen que fue por coger lo que no era suyo, o simplemente por ser un gilipollas integral.

Pero estos reclutas tampoco merecen tanta credibilidad.

(Publicado en Anotaciones propias el 1 de marzo de 2011)



20 de abril de 2011

Personal Jesus



Depeche Mode: Personal Jesus


ADIVINANZA: De todos los músicos que aparecen en el escenario (coristas incluídas), ¿cuál luce más pluma?


8 de abril de 2011

La casa del shitan




Dicen que hay personas sin sombra: shitan. Personas solitarias, misteriosas como un gato negro: shitan. Aunque conservan su aspecto humano, sin embargo son el demonio, porque él los controla por dentro.

Dicen que cuando un shitan se mete dentro de ti, siempre te acompaña. Cuando hablas, te hace decir cosas raras. Cuando viajas, te hace ver cosas raras. Cuando te quedas solo, te hace pensar cosas raras.

No te deja comer, no te deja dormir, y al final te vuelves loco.

Te conviertes en la casa del shitan.