21 de noviembre de 2010

El próximo premio Nobel

En el silencio de la noche, apoyado contra la pared del viejo hangar y alumbrado apenas por la luz mortecina de la farola de la entrada, el teniente psicólogo Martínez medita sobre el futuro inmediato del robot calcinado.

El teniente psicólogo Martínez sueña consigo mismo en su delirio de grandeza

Así podía comenzar esta entrada: con un tono épico salpicado de clandestina nocturnidad. Pero la realidad impone inexorablemente su burda existencia, y lo cierto es que el teniente psicólogo Martínez fue expulsado de aquel hangar abandonado de la Base aérea de Tablada a las primeras de cambio. (Ver: Fuga en Tablada II) Hizo sus mediciones, tomó notas, y fue invitado por los hombres del capitan Lahoz a abandonar la sala de operaciones en cuanto llegaron los técnicos alemanes.

Cuando expuso en su informe que el incendio había sido provocado voluntariamente por el robot, se convirtió en un elemento incómodo al que debían apartar y silenciar. Los técnicos militares no podían aceptar esa hipótesis: suponía dar por sentadas muchas cosas… Que el robot tenía voluntad propia, que había planeado abandonar su puesto movido sólo por su ansia de libertad, que había desobedecido los principios esenciales de la Robótica poniendo en peligro la vida de seres humanos y su propia integridad… Imposible admitirlo.

Diapositiva realizada al robot en 1975 con motivo de una de sus "reprogramaciones"

No podía hablar propiamente de voluntad, tratándose de una máquina. Pero, ¿cómo llamar entonces a estos “errores”? Tenía que convencer a la comunidad científica internacional y a todo el mundo de que había descubierto un robot que sentía impulsos eléctricos liberadores, hasta el punto de planear una fuga de la base militar con incendio incluído. Resultaba ridículo.

Repasó sus antiguas notas sobre los test realizados al robot en anteriores intervenciones (ver: Angelita III y Angelita IV), en busca de datos objetivos que pudieran corroborar sus suposiciones. Entonces encontró las claves de todo el proceso, pequeños descubrimientos que antes pasaron desapercibidos y que ahora le parecían reveladores:

Si bien el concepto de "personalidad" no es aplicable con rigor a la máquina, los avanzados sistemas de percepción y relación del A-03 sí le permiten iniciar procesos emotivos.

Sus sistemas de percepción sensorial muestran una tendencia errática derivada de la autodramatización y la exagerada expresión emocional.

Allí estaba todo: lo tuvo siempre ante sus ojos, pero ni él mismo pudo creerlo entonces. Ahora ya no cabía ninguna duda. Ante sí tenía un caso único en la ciencia moderna… Allí estaba el próximo premio Nobel… Y era todo para él…

Gráficos Deisseroth de los impulsos centrales de la Unidad 30 A-03

Izquierda: respuesta autómata de un robot "normal" ante estímulo exterior.
Derecha: en rojo, detección de respuesta emocional en el robot 3003.

Pero no podía probar nada de aquello. Sin acceso a la memoria del robot todo era una ridícula suposición sin pruebas de ningún tipo. Era muy posible que la gente de C.A.S.A. ya hubiera destruído las unidades de almacenamiento de memoria del 3003, y la documentación sobre los test y las sucesivas reprogramaciones realizadas estaría a buen recaudo en cualquier sótano del Ministerio. ¡Se encontraba ante el descubrimiento del siglo y no podía demostrarlo!

El robot podía reconstruirse, claro, pero sin los registros de la actividad electroneuronal anterior al incendio todo quedaba reducido a los desvaríos de un vulgar psicólogo militar.

El próximo premio Nobel…