10 de junio de 2010

Las cosas de Pedro


Poco a poco nos fuimos acostumbrando a las cosas de Pedro. El pobre hombre no conseguía relajarse, y la tensión de las horas muertas que pasábamos durante el viaje se le iba acumulando en su alma de comercial agresivo.

Para el tercer día de vacaciones nos tenían preparada una bonita excursión a Tinerhir, al Valle del Dades y la Garganta del Todra, y allí nos fuimos todos en caravana de todoterrenos.

Yo me encontraba bastante bien para afrontar el viaje: duchado, meado, cagado y bien desayunado, sacaba pecho como un metopa en perfecto estado de revista. Además, el paisaje me resultaba absolutamente embriagador.

La carretera zigzagueaba entre frescos palmerales y viejas montañas secas de tierra roja, de las que parecía haber huido la vida víctima de la sequedad más absulta.

Vista de Tinerhir y lugareño

La vista de las viejas casas de barro a los pies de una auténtica serpiente verde y rodeadas de tierra seca es una de las fotos más conocidas de Marruecos, pero siempre resulta sorprendente.

Río Todra

Todo aquello me encantaba. Observé a través del objetivo de mi cámara que había varias medinas en ruinas y fortificaciones antiguas a una y otra orilla del río. Todo indicaba que Tinerhir debió de ser un importante centro comercial desde muy antiguo, dada la cantidad y calidad de las construcciones de la zona.

Medina antigua

- Tinerhir debió de ser un pueblo muy próspero ya desde antiguo, verdad? Posiblemente fuera un rico centro comercial, en el que se negociaría con los productos de este fértil valle. Lo digo porque hay muchos restos de poblaciones antiguas a lo largo del río, y murallas y fortificaciones por todos lados - comenté.

Fortificación elevada

- Yo creo que las murallas y fortalezas las pusieron para frenar el viento, porque al ser una zona tan seca el viento trae mucho polvo, - aventuró Pedro.

Manolo le contestó irónico:
- Ya. Y la Alcazaba de Málaga la construyeron para frenar el terral, no?